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En los diálogos, en general, se usan estos guiones, llamados también "de diálogo" (guión "eme") para indicar las intervenciones de un interlocutor.

Escribe Jorge Ibargüengoitia en “Conversaciones con Bloomsbury”, cuento de La ley de Herodes:

—¡Más claro que el agua! —me dijo la pintora cuando nos separamos del presunto agente de la cia—. Bloomsbury era agente de la cia.

—¿Por qué?

—Porque este hombre se vendió cuando dijo que los agentes de la cia son personas discretas. Todos sabemos que son una sarta de imbéciles. Por otra parte…

 

Cuando el narrador interviene para dar alguna explicación luego de lo dicho por otro de los interlocutores, el signo  menos sirve para separar lo que de otra manera resultaría confuso:

—Es que nunca le entiendo nada, doctor. —Dejó caer los brazos, inertes casi, y se echó a llorar—. Dice que ya no me aguanta, que no tengo remedio, pero ahí sigue, ni se queda ni se larga.

 

La explicación también puede interrumpir la intervención de quien habla:

—Como quieran —secundó el padre—, pero sería mejor que esperáramos hasta mañana.

 

Cuando el guión (o raya) abre delante de una frase que debía llevar dos puntos, éstos deben colocarse luego del guión de cierre:

—Escúcheme bien, mi amigo —hablaba con dificultad; hizo un rápido recuento de lo pasado y calculó el efecto de sus palabras antes de soltarlas a quemarropa—:  hoy se lo pido, mañana pasaré sobre su cadáver, sobre todo el pueblo si fuera necesario.

 

Si el inciso explicativo queda al final de lo expresado por el interlocutor, el guión abre pero no cierra. Escribe José Emilio Pacheco:

—¿No he escogido yo a los doces, y uno de ustedes es un demonio? —respondió Jesús.

 

Una forma segura de evitar que se confunda lo expresado por un personaje con las intervenciones del autor es distinguirlas con punto y aparte.

Cuando la intervención de un personaje o interlocutor es muy extensa, es decir, cuando comprende varios párrafos, el primero se indica con signo menos, y del segundo en adelante se emplean comillas de seguir o de seguimiento, que son las de cierre.

Las comillas de seguimiento se emplean asimismo cuando uno de los interlocutores introduce lo dicho por otro o cuando se cita un fragmento de algún texto que comprenda más de un párrafo. Como no abren, tampoco cierran.

 

(Tomado de Roberto Zavala Ruiz, El libro y sus orillas, México, unam, 1991.)

 

 

 

 

 

 

 

 

No es correcto escribir un guión de corte silábico en lugar de un guión de diálogo.

No es correcto escribir dos guiones de corte silábico en lugar de un guión de diálogo.

Los guiones de diálogo no van seguidos de un espacio, ni cuando se usan para abrir el diálogo propiamente dicho ni cuando sirven para hacer una acotación.